En este diálogo nos encontramos con una discusión sobre el origen de los nombres. Los interlocutores son Hermógenes, Crátilo y Sócrates.
Comienza con Hermógenes invitando a Sócrates a una conversación que mantiene con Crátilo. Durante la mayor parte de la obra intervienen únicamente Sócrates y Hermógenes. Crátilo no vuelve a intervenir hasta el final del texto. Las intervenciones de Hermógenes son pequeñas intervenciones fáticas, mientras que Sócrates habla casi en monólogo.
Comienza con Hermógenes invitando a Sócrates a una conversación que mantiene con Crátilo. Durante la mayor parte de la obra intervienen únicamente Sócrates y Hermógenes. Crátilo no vuelve a intervenir hasta el final del texto. Las intervenciones de Hermógenes son pequeñas intervenciones fáticas, mientras que Sócrates habla casi en monólogo.
En la conversación hablan sobre el lenguaje y el nombre de las cosas. Crátilo defiende que los nombres son dados por naturaleza. Hermógenes opina que los nombres lo son por consenso.
Partiendo de la idea de la naturaleza, Sócrates basándose en lo que creo que serían cognados, da nombres en función del nombre que tiene el que trabaja en cierto campo. Entonces también debería de haber un alguien que tenga la ocupación de dar los nombres a las cosas, y da los nombres de manera natural. A partir de esta idea va evolucionando en que los nombres están puestos por una razón, por un significado que tienen. Así, va nombrando diversos nombres propios como por ejemplo de Dioses y da etimologías de estos, hace lo mismo también con nombres concretos y abstractos.
Cambiando letras va de unas palabras a otras. Expone que según las letras que posea una palabra demuestran unas características u otras. Empieza a descomponer palabras, las hay primarias y secundarias, según su formación y la palabra que se forma tiene características de ambas. Crátilo afirma que también estos nombres primarios están correctamente puestos. Pero Sócrates nos habla de que los nombres primarios pudieron establecerlos los dioses y claro su los pusieron los dioses obviamente estaban bien puestos, también podrían haber sido un préstamo de los bárbaros.
Tanto al principio como al final del diálogo Sócrates y Crátilo discrepan sobre si se puede hablar con falsedad. Crátilo niega esto también, que no se pueden decir cosas falsas.
Esto último nos lleva al sarcasmo que ha estado empleando Sócrates para hablar durante el diálogo. Expone unas ideas y argumentos naturalistas, aunque como indican las aclaraciones, muchas etimologías se las inventa.
Realmente no sabemos el origen de las palabras, aunque si podemos saber la etimología de ellas o estudiarlas, efectivamente muchas de ellas pueden ser préstamos obtenidos de otras lenguas, como ellos pudieron obtener de los bárbaros. Incluyendo los nombres de los dioses o las cosas que se corresponden con lo que son deberíamos remontarnos al origen de esa palabra o concepto para conocer cómo se ha podido formar, aunque como he dicho antes, Sócrates da etimologías que no son ciertas. Como en el texto se afirma, es imposible retroceder tanto para hallar el origen.
No es la primera vez que me cruzo con que las palabras pueden estar motivadas por aquello que representan, en "El encanto de los sonidos del habla (1979)" R. Jakobson, con anterioridad ya leí – aunque con anterioridad escrito en "Crátilo" – de la motivación que podrían tener las palabras ya sea abudando la “i” en algo pequeño, l “o” en algo brusco, la “u” en algo con cavidades… Aunque siempre se llega a la misma conclusión el signo es arbitrario y como dice Hermógenes es una convención que tenemos en una lengua. Si el signo estuviera motivado, en todas las lenguas nos encontraríamos las mismas letras o bueno, fonemas. No podemos basarnos en esto con las lenguas indoeuropeas por su proximidad, ya que todas pueden proceder del indoeuropeo y haber tenido una evolución que no difiera mucho de la original.
Y bueno, nos queda la sinestesia, pero hay gente “sensible” a ello y otra que no lo es para nada. ¿Crátilo entonces era sinestésico con las palabras? O lo eran entonces los legisladores encargados de dar esos nombres a las palabras, por su naturaleza. ¿Entonces por la sinestesia sentenciamos que los nombres están asignados de manera correcta y de manera natural porque una persona sinestésica ha determinado cuál es su nombre adecuado?
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